"Exodus: Dioes y Reyes"2014 - Ridley Scott


El HEBREO ESCOGIDO

 

La trayectoria de Ridley Scott (a quien admiro), me resulta en su mayoría apabullante con su poderío visual, pero en su afán de parecerse al prodigioso director Cecil B. DeMille tanto en 'Las Cruzadas' (1935), realizando Scott 'El reino de los cielos' por su parte, como en 'Los diez mandamientos' (1956), que fue la última película de DeMille es inútil dadas las ansias del director de Alien. Aquí el artífice de Blade Runner y Gladiator a mi juicio ha metido la pata soberanamente en ese intento fallido de querer equipararse a la filmografía bíblica de alguien icónico e irrepetible. Cecil B. DeMille es único y la hinchazón de efectos especiales que es 'Exodus' jamás podrá estar a la altura del calzado megalómano e icónico que Cecil B. aportaba a su cine. Respeto las licencias de cualquier cineasta (menos las de Aronofsky con Noé) a que no se tomen al pie de letra lo escrito en el antiguo testamento ya que este tampoco tiene que ser tomado como fidedigno. A diferencia del nuevo testamento, el viejo no atiende a lo literal, pero salvando las distancias, el guión de Steve Zaillian para este Éxodo: Dioses y reyes me resulta chirriante en muchos aspectos. Dios aquí se muestra en forma de niño (con la zarza ardiente de fondo) ante Moisés- Christain Bale, como una aparción onírica después de un golpe en la cabeza, discutible permiso cinematográfico...Dios aquí parece ser un niño con una rabieta que permanece impasible ante el sufrimiento de su pueblo, interesante permiso cinematográfico.

 

Moisés en un principio levanta en armas a su pueblo contra las atrocidades de la nobleza egipcia bajo le auspicio de Dios, extraño permiso cinematográfico y más rarezas, como poner a Moisés a cincelar las tablas de la ley, con Dios buscando la aprobación de este. A diferencia de 'Los diez mandamientos' interpretada por Charlton Heston y Yul Brynner, y la animada 'El príncipe de Egipto' (1998), el actual film de Ridley Scott omite prácticamente el progresivo distanciamiento de los dos hermanos que se apreciaba y entendía mejor en las anteriores películas y acelera el enfrentamiento para ponerle más énfasis al viaje revelador que realiza aquí su Moisés. Un Moisés que Bale interpreta como alguien cultivado, agnóstico y dialogante que es capaz de discrepar con el mandato divino convirtiéndose en un guía radicalmente opuesto al bíblico que interpretó un Heston memorable y venerable que era un instrumento de fe atendiendo a la imagen que esculpió Miguel Ángel en su reconocida escultura. Un Bale-Moisés que cambia el báculo que se transformaba en serpiente llevado por Heston con poderío y que 'abría las aguas' en tan magníficas escenas que todo espectador guarda en su retina, por una espada egipcia, trastocando aquí la solemnidad de uno por una más que cuestionable verosimilitud en el otro, con todas las plagas, catástrofes en cadena, justificable apertura y traspaso del mar rojo para la liberación del pueblo hebreo mediante maravillosos efectos digitales y que no llenan la nostalgia y la espectacularidad tanto como la que sí tuvo el film de DeMille en el año 56, para ser apreciada para las futuras generaciones por mucho que el actual Ridley Scott se empeñe en hacernos ver su película.

 

En esta ocasión tengo que suspender a Ridley por haberse equivocado en mi opinión con su hebreo escogido. Aunque Bale transmite fuerza en su personaje y los efectos especiales que lo rodean son de una calidad incuestionable, no serán suficientes para que dejemos de ver siempre y en todo momento cada vez que queramos ver buen cine bíblico: 'Los diez mandamientos' de Cecil B.DeMille, obra maestra sin parangón.

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