SE CIERRA EL CÍRCULO.
Todo principio tiene un final, y Peter Jackson afronta su final en el mundo de Tolkien con una prolongación de lo tristemente inevitable. Acabar es triste, pero si el fin de la trilogía del anillo dejaba lo mejor para la conclusión, el término de esta sexalogía puede resultar cargante para el espectador y falto de las sorpresas visuales y calidad que nos entusiasmaron como espectadores en 'El retorno del rey'. El prólogo de 'La batalla de los 5 ejércitos' es impactante y espectacular, con un dragón 'Smaug' (interpretado por Bededict Cumberbatch bajo el sistema de captura del movimiento) que asombra y entusiasma, pero que a mi me hubiera gustado que hubiera permanecido más en pantalla, lo que me produce una sensación de desaprovechamiento. Otro punto a favor del final de 'El Hobbit' es el desvelamiento de Sauron, en un enfrentamiento entre fantasmas y magos en el que se ven involucrados personajes que tendrán más peso en la trilogía del anillo (como los que interpretan Cate Blanchet, Hugo Weaving y Cristopher Lee). Pero todo empieza a desinflarse cuando el próximo enfrentamiento entre humanos, elfos, enanos y orcos componen un sinfín de imágenes infográficas y planos generales, que antaño resultaban extraordinarios, pero que ahora abruman de manera molesta a mi entender en los ojos de un espectador que ya no capta entre tanto minúsculo detalle todo el conjunto del espectáculo. Se ha perdido la capacidad en la terminación de 'El Hobbit' del asombro, se le ha dado más peso a las formas que al fondo y el director neozelandés ha caído en una línea recta de escasa originalidad, que se despunta muy poco (o casi nada) de todo aquello que nos resulta ya demasiado conocido y explorado.
Aún así tengo que reconocer que 'La batalla de los 5 ejércitos' contiene un ritmo en las tres cuartas partes del film que resulta frenético a la par que épico, pero que en los últimos minutos de metraje es cuando puede empezar a considerarse como cargante y repetitiva. Vuelven a tocarse temas como la codicia de poder y riquezas, la falta de entendimiento entre las distintas civilizaciones de la tierra media, el honor, la amistad, el sacrificio y la fatalidad en las relaciones románticas (en esta ocasión entre una elfa y un enano), todo ello en un envoltorio técnico que favorece lo espectacular, pero que daña la calidad narrativa del conjunto. Por lo demás resaltar la solvencia y gracia actoral de Martin Freeman (como Bilbo Bolsón) y la del como siempre efectivo Ian McKellen (Gandalf). Un final que sabe a poco, teniendo en cuenta todo lo que llegó a ser la saga Tolkien en el cine y que cierra a modo de puzzle, el final de una trilogía 'El Hobbit' (de menor calidad) rodada como precuela, para dar inicio a la trilogía de 'El señor de los anillos' (la original y mejor), en un fin que termina en el mismo lugar en donde todo empezó, para cerrar el círculo que compone un anillo. ...FIN.
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