Sabiendo todo esto uno disfruta con Django, esperando impacientemente cada homenaje narrativo, visual y musical a un género que espero que con el tiempo se ponga de nuevo en su sitio como uno de los principales en toda la historia del cine. Veo Django como una acumulación Tarantiniana a todo aquello que el atípico director aporta al cine, siendo un maestro del collage, que como buen cocinero sabe combinar los mejores ingredientes y platos para darnos lo que más nos gusta: Cine de géneros, agitados en coctelera, en esta ocasión el western, anteriormente el bélico "Malditos Bastardos (2009)", y su más nostálgica referencia al cine oriental de artes marciales unido al cine del oeste con la venganza como máxime absouta que fue "Kill Bill". Y... así sucesivamente hacia atrás en una filmografía de un amante del séptimo arte al que antes de rodar le gusta gritar con sus compañeros: "I love make movies".
Tarantino, parafraseando al "feo" Tuco Benedicto (Eli Wallach) de "El bueno , el feo y el malo"... es un hijo de mil padres "cinematográficos". Quiero destacar la interpretación absolutamente inconmensurable de Christopher Waltz a través de su verborrea maravillosa y sorprendente, un Samuel L. Jackson "negro negrero" de excepción, un villano a la altura de las alocadas circunstancias que encarna con soltura Leo DiCaprio, y un héroe colorista y defensor de los derechos raciales al que da vida Jaime Foxx. Como curiosidades, en "Django Desencadenado" se puede llegar a escuchar la banda sonora del film "Dos mulas y una mujer (1970)", música compuesta por Ennio Morricone, que siendo el objeto del deseo de Tarantino como compositor para su film, éste acabó cediendo, pero con el resultado de que el octogenario músico alegara que no trabajaría más para el director de "Pulp Fiction (1994)" dada su mala experiencia con Django, declaración que al parecer no cumplió, ya que ha vuelto a colaborar con Tarantino para "The Hateful Eight (2015)". En "Django Desencadenado", existe una referencia directa a la película de Sergio Corbucci "Salario para matar (1968)", debido a que la muerte de Leo DiCaprio con su clavel blanco sangrando es exactamente igual que la de Jack Palance en el comentado film, dejando claro, una vez más que Tarantino crea argamasas cinematográficas, eso sí, con mucho estilo, calidad y alocado estilo.
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