Le guardo fidelidad absoluta a Arnold Schwarzenegger. Dicho esto, con ilusión en la fecha indicada, visioné "Terminator Génesis". Al ver el film de Alan Taylor ("Thor 2 (2013)") no pude sino albergar sentimientos encontrados. Por una parte intuía (creo que todo el mundo lo sabía) que "Génesis" no iba a estar a la altura de "Terminator (1984)" y "Terminator 2 (1991)", pero diré en su favor que sí se coloca directamente detrás de ellas en cuanto a la ilusión y entusiasmo que me ha proporcionado. "Terminator Génesis" funciona como homenaje y como relanzamiento, siendo capaz de restaurar infográficamente (con desigual resultado) secuencias icónicas, al mismo tiempo que hace cómplice al espectador que antaño convirtió las dos primeras entregas de la saga en memorables. El pulso narrativo de "Terminator Génesis" no ha sido capaz del todo, de devolvernos la épica y la fuerza de las películas de Cameron, pero cumple con creces en el esfuerzo por acercarse como ninguna otra a algo que no consiguieron ni la incomprendida "Terminator 3 (2003)" ni la pretenciosa "Terminator Salvación (2009)", ofreciendo algo de ese carisma y satisfactorios resultados que se dieron en 1984 y 1991, y que generaron mi fanatismo por la saga Terminator. La poderosa presencia de Schwarzenegger, es razón de peso para sentarse en la butaca, su aparición en pantalla de nuevo con su Terminator, me lleva a abstraerme y a sentirme como ese adolescente al que la interpretación de Arnold, primero como exterminador inquebrantable y luego como salvador de la humanidad, me cautivaron de tal modo que en una sensación inspiradora, pensé en lo que todo ser humano debe marcarse como misión al ser consciente de su existencia, vivir, sin remordimientos, ni miedo, sin detenerse ante nada para cumplir con los objetivos necesarios.
En "Génesis" he asistido a la recolección de pizcas de la genialidad mostrada en la época del vhs, pasada ahora por un un grueso filtro que a base de bucles temporales, paradojas espacio-tiempo además de algún que otro agujero narrativo, no hacen brillar del todo a la última entrega de la franquicia, pero que aún así contiene momentos de fulgurante acción, a la par que una emotividad que me sumerge en el magnetismo que me produjo siempre toda la franquicia futurista. Aquí el T-800, modelo 101, encarnando por un admirable y venerable Arnold, desprende una conexión entrañable con su protegida, una Sarah Connor (Emily Clarke) que siente un envidiable apego por su padre adoptivo, una máquina cuya misión es protegerla, cumpliendo con la finalidad de ser un guardián, un mentor, un tutor que aunque no pueda sentir, sí puede aprender a valorar el cariño y la tutela que debe dar en su cometido de padre. Los guionistas Laeta Kalogridis y Patrick Lusssier han elaborado una historia que aunque no sea perfecta, a ritmo de guiños referenciales, acción desenfrenada y algún que otro pequeño momento íntimo, aprovechan inteligentemente la edad actual del roble de Austria (67 años), para introducirlo en la era digital enfrentándolo a sí mismo con las facciones que tuvo hace más 30 años. Una era digital actual en la que la tecnología se ha convertido en una religión, movilizando a sus fieles en torno al siguiente avance en forma de cualquier dispositivo electrónico nuevo (móviles, tablets, videojuegos, aplicaciones etc..) todos ellos anunciados en centros comerciales y publicitados hasta la saciedad, y que no marcan sino la cuenta atrás para el Apocalipsis del ser humano.
Puede que con "Terminator Génesis" Schwarzenegger comience a caminar hacia su particular crepúsculo de los dioses, dados los resultados por ahora en la taquilla, que no están siendo todo lo satisfactorios que cabía esperar en EEUU (aunque en su primer fin de semana "Terminator Génesis" fuera de las fronteras americanas se haya convertido en la número 1). Querría poner de manifiesto mi malestar, enfrentándome a los críticos yanquis, que han arremetido con saña contra "Terminator Génesis" aludiendo a injustificados argumentos poco sólidos. También la tibia acogida de la película de Alan Taylor en la festividad del 4 de Julio, con un público que ha preferido ausentarse de los cines, no ha hecho sino perjudicar la trayectoria de la última secuela postapocalíptica de Schwarzenegger. Al parecer a los que no les ha hecho mella el éxodo del cine en estas fechas tan señaladas, han elegido las mordeduras y arañazos de la inalcanzable "Jurassic World (2015)" y la nueva entrega de la factoría animada de Pixar, relegando a "Génesis" a un tercer lugar en cuanto a las preferencias estadounidenses. La horrible y desatrosa campaña de publicidad, revelando datos de crucial interés en los tráilers (los dolorosos spoilers) del personaje de John Connor, han producido a mi entender un daño irreversible e inconscientemente hiriente al film. Insisto, "Terminator Génesis" tiene elementos para ser una digna sucesora de la franquicia, en su momento fue planteada como nueva trilogía, ahora a la espera de sus ya dudosos resultados, me duele decir (y ojalá me equivoque) que no tendrá continuidad....Haciendo referencia a una frase de la propia "Terminator Génesis": -Sigue en línea recta, avanza, no mires atrás-. Arnold puede sentirse orgulloso de estar viejo, no obsoleto, para continuar su carrera, sabiendo que en su excelente último trabajo como Terminator, ha vuelto a demostrarme porqué le tengo tanto afecto. De algún modo veo a Arnie "el abuelo" como un padre en la ficción para mí, un padre que protegerá hasta el final a "su Sarah", a su niña, a su hija...Puede que Terminator ya no regrese más, pero él (Schwarzenegger) de seguro que volverá.
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