Si "El Padrino (1972)" es considerada la obra maestra del crimen organizado para Coppola, "Uno de los nuestros (1990)" para Scorsese y "El precio del poder (1983)" para De Palma, los Coen no se quedan a la zaga con esta increíble, rocambolesca, complicada y deslumbrante "Muerte entre las flores" a través de un despliegue técnico genial en el que colaboró el director de fotografía Barry Sonnefield ("La familia Addams (1991)") y la fugaz aparición a modo de 'cameo' de Sam Raimi ("Spiderman (2002)"). La bicefálea de los Coen como ha definido alguno de sus actores fetiche que han sido dirigidos por ellos, nos lleva a la famosa ley seca de los años 20 y 30 mediante una historia que en todo momento huele a cine negro. Un cine añejo y clásico con mujer fatal (Marcia Gay Harden), su hermano chivato y pendenciero al que da vida John Turturro, un secuaz o lacayo inteligente que se convierte en víctima y verdugo, según la situación que se le presente al que interpreta un Gabriel Byrne, disciplinado y servicial socio del gángster jefe, que en este caso se presta con el carácter, fuerza y estilo de un Albert Finney absolutamente fantástico sucedáneo de "padrino".
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