Quién le iba a decir a Clint Eastwood que casi 50 años después de "Dos mulas y una
mujer", estrenaría en España una película con el título de "La mula", precisamente el día internacional de la mujer…Curiosidades de la vida aparte, el cineasta de casi 90 años, de
nuevo vuelve a sermonear al espectador, y lo hace como solo él puede hacerlo, con la autoridad de un maestro del cine y la rotundidad de un venerable artista que a estas alturas no tiene
que rendirle cuentas a nadie (creo que en realidad nunca lo ha hecho), sin filtros, tal y como llega a decirle al agente de la ley interpretado por Bradley Cooper.
Vivimos una época en la cual la corrección política manda, intentando anular el resto de opiniones como
única verdad, hecho del que Eastwood es consciente en su posición de reconocidos ideales republicanos La diversidad sexual, el feminismo y el racismo, son tomado por el cineasta que otrora
fue Harry el sucio para reivindicar que no se puede ser extremista con estos temas, siendo capaz de no titubear en llamar "negrito" a un padre de familia al que ayuda a cambiar una rueda de
coche, "bolleras" a unas lesbianas moteras, e incluso hacer uso del servicio de prostitución, todo de una manera bondadosa, sin malicia y utlilizando un humor agradable y creo, nada ofensivo, a
no ser que cualquier puritano me quiera llevar la contraria.
El bueno de Clint lleva a su terreno la historia real de un veterano de guerra de 89 años que sumido en
la crisis económica a punto de ver embargada su casa y su negocio, tiene que recurrir a transportar droga, con la particularidad de que, su avanzada edad aparentemente le hace parecer el menos
indicado para realizar esta arriesgada tarea, hecho que le hace pasar completamente inadvertido por la ley para ser ajusticiado.
El que fue el Walt Kowalsky de "Gran Torino", en "La mula" vuelve a cargar contra una juventud ensimismada por las nuevas tecnologías, el
poco respeto hacia la veteranía y el ninguneo hacia la tradición, y lo hace nada menos que en el papel un transportista de drogas, anciano, malhablado y juerguista que responde al nombre de Earl
Stone. Y al igual que en "El
sargento de hierro", Stone busca la redención con su ex-esposa al haber tenido un pasado lleno de excesos, en los que primaba el trabajo y el reconocimiento por encima de la vida
familiar, y eso "la familia" es lo que reivindica en todo momento Eastwood en cuanto es consciente de que el tiempo se le acaba, sabiendo que ha tomado un camino sin retorno, haciendo lo que hace
para gastar su último cartucho, buscando el perdón de su mujer, su hija y su nieta, y de paso ayudar a algunas personas a su alrededor con las cuantiosas cantidades que consigue con la
droga.
El valor, la tradición, el honor y por qué no decirlo, el carácter, son las señas de identidad con las
que Eastwood a base de mezclar la dureza y la sensibilidad es a día de hoy el símbolo de la encarnación de la última leyenda viva de Hollywood, alguien que como cineasta deja claro que nunca le
ha tenido miedo a nada, y que de paso insufla en su cine encomiables valores familiares, en los que se ha hecho con un reparto actoral de lujo: Bradley Cooper, Dianne
Wiest, Laurence Fishburne y Andy García.
Como curiosidad comentar que Eastwood es la tercera vez que interpreta a un veterano de la guerra de
Corea después de "El sargento de hierro", "Poder Absoluto" y la actual "La mula", y que perfectamente Earl Stone podría ser como
personaje la suma de el sargento Highway y Luther Withney.
No nos engañemos, de elegir me hubiera quedado con el fin de la actuación de Eastwood en "Gran
Torino", pero no renegaré del ¿final? del actor desapareciendo por la parte izquierda de la pantalla con paso firme después de haber cuidado sus flores en "La mula", una digna y
admirable película que de nuevo ratifica a Clint como maestro.
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