SIN TIEMPO PARA MORIR (2021) Cary Fukunawa

A punto de cumplir los 59 años el personaje de James Bond a través de diferentes rostros ha logrado convertirse en un icono cinematográfico, y Daniel Craig no ha hecho más que mantener e incluso aumentar la leyenda del espía británico más famoso de todos los tiempos.
Pero en esta generación de ofendidos que nos toca vivir soy testigo de que los artífices actuales de la masculinidad y virilidad de la marca 007 se ven atormentados hoy en día por toda una trayectoria de machismo en toda su filmografía, tal que el director y guionista Cary Fukunawa ha querido borrar de un plumazo todo, trastocando, y digo bien, absolutamente todos los rasgos distintivos del personaje creado por Ian Fleming.
Nos encontramos pues en este “Sin tiempo para morir” con una película que continúa el hilo narrativo del film anterior “Spectre”, desestabilizando la trayectoria de Bond haciendo que tenga que enfrentarse a un 007 femenino para calmar al movimiento “Mee Too”, y claro, visto lo visto también para apaciguar a los movimientos antirracistas, la doble 0 aquí tiene que ser de raza negra, y más aún, hay que hacer gay al agente Q para apaciguar al movimiento LGTB.
Siendo claro no me parece bien que una saga como la de James Bond tenga que hacer este tipo de concesiones, es más, ahora el ofendido soy yo (que también estoy en mi derecho de hacerlo), y digo esto porque aquí el cine no tiene que afectar a la realidad en la que vivimos, y menos a una franquicia que debería mantenerse tal y como está, y eso que en “Sin tiempo para morir” la trayectoria de Bond se pone patas arriba, la amenaza es creada por el propio M, el jefe del MI6, al que da vida Ralph Fiennes y todavía se riza el rizo haciendo que alguien que quiere acabar con la organización terrorista Spectre sea el villano de turno, o sea que “los buenos” son el origen del mal, y “los malos” son los que desean acabar con el terrorismo.
Aquí las tornas han cambiado 180 grados para justificar en el cine que las líneas del bien y del mal son demasiado estrechas, y que incluso se entrecruzan, afectando de tal modo a 007 que se verá metido en un drama familiar que lo llevará a un desenlace para mí injusto y fuera de tono.
Por lo demás, decir que nos encontramos con la película que a mi entender nos ha sacado de la crisis del Coronavirus, alegrándome enormemente de ver de nuevo a un gran número de personas en las butacas de cine (aunque sea atiborrándose de palomitas), con una película claramente espectacular, con escenas de acción de vértigo, que es de lo que se trata, entretenimiento del bueno, lugares exóticos, gadgets geniales, peleas estupendamente coreografiadas, y todo ello alrededor de un Daniel Craig contundente y confiado en ser un James Bond de primera línea, rudo, dolido, atormentado y letal.
La diversión y la tensión están aseguradas en la película número 25 de 007, y exceptuando las quejas que expongo en las primeras líneas de mi escrito, a “Sin tiempo para morir” la coloco en calidad por encima de “Spectre” y de “Quantum of Solance”, o sea que a mi juicio en el podio del Bond de Craig habría que colocar a “Casino Royale” en primer lugar, seguida muy de cerca por “Skyfall” poniendo en un meritorio tercer lugar a la última actuación de Craig en el papel del agente al servicio de su majestad británica.
Resumiendo, todo cambia para que todo siga igual. Al final volvemos a ver a James Bond enfrentado a un malvado megalómano afincado en una isla inexpugnable amenazando al mundo, para que 007 acuda a salvar el planeta de un maníaco en la piel del oscarizado Rami Malek, que me recuerda en su físico y maneras a lo que hizo Robert Carlyle en “El mundo nunca es suficiente”, con un villano digno, pero que no pasará a los anales de la historia de la saga.
En lo referente al final de la película mostrar mi más absoluto desacuerdo con el desenlace esperando un sucesor de Daniel Craig a la altura de la calidad reflejada por este, es decir, un Bond violento, mordaz, mujeriego y bebedor, si no fuera así, no sería Bond.
Y lo ideal en mi opinión es, que si se quiere a referentes cinéfilos que representen a cualquier tipo de colectivo, sería mejor desde raíces originales, y no pisoteando y anulando el legado de iconos cinematográficos ya existentes.
¡Ah! se me olvidaba... La corta intervención de la actriz Ana de Armas es divertidísima y con mucho encanto.
Bond volverá…

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