El director Robert Eggers viene avalado por sus dos obras “La bruja” y “El faro”, ambas dignas obras de terror independiente que ha colocado a Eggers en un lugar providencial estos últimos años, y aquí en su incursión en un cine más comercial, se dejan notar influencias como Conan el bárbaro de John Milius o Los Vikingos de Richard Fleicher, con una estética abrumadora y cercana a la mitología nórdica.
Pero en su afán estético a lo Zack Snyder en 300, me defrauda en cuanto a ritmo narrativo, con diálogos demasiado pomposos centrándose más en lo visual que en la historia, contándola a través de distintos capítulos visualmente apabullantes pero con un triste empaque de diálogos tales como -te vengaré, te salvaré y te mataré-.
Alexander Skasgard no me convence con su bárbaro continuamente encorvado cual gorila, Nicole Kidman sorprende en este registro aunque su maquillaje llega a distraer mi atención, Claes Bang cumple con su rol antagonista, Anna Taylor Joy sigue con sus abstractos y variados roles, Ethan Hawke sale demasiado poco y la aparición de Willem Dafoe es meramente testimonial.
Para resumir, cine que queda a medias tintas entre lo comercial e independiente, y que no satisface ni en el uno ni en el otro. A destacar su poderío estético, para olvidar casi todo lo demás, quizá a Eggers le haga falta ver más cine de John Milius, John McTiernan y Richard Fleicher.
Todavía le quedan algunas sopas más para ser considerado grande, veremos qué hace con su nueva versión de Nosferatu.
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