As Bestas bien podría ser un western. Aquí hay vaqueros (gallegos eso sí), una pugna territorial entre vecinos, y un malvado magnate que, aunque invisible, es más que evidente en forma de gigantescos aerogeneradores.
Un soñador francés junto con su esposa intenta cumplir su sueño rural de vivir en un lugar tranquilo, trabajando la tierra y reconstruyendo un entorno rural que empieza a desmoronarse, debido a la compra de los terrenos a los vecinos que ven dinero fácil en una fraudulenta estratagema comercial, hecho que únicamente parece ver el protagonista en una especie de “Solo ante el peligro”.
El desafío viene dado por unos ebrios antagonistas capitaneados por un increíble Luís Zahera, atemorizante gallego acosador y desgastado ganadero que encuentra en la oferta económica de la macroempresa eólica su única salida para sobrevivir, y que ve en su vecino francés al único obstáculo para cumplir su cometido.
As Bestas sorprende como un novedoso thriller rural patrio que, salvando las distancias tiene a mi parecer cierto parecido con la desasosegante película de Sam Peckipah “Perros de paja”, sin pólvora, sin explosiones ni sangre, pero con unos enfrentamientos dialécticos de altura, capaces de dejarte pasmado por su intensidad y violencia verbal.
La segunda parte de la película deja el protagonismo a la esposa del citado francés, que cual álter ego de la fuerza femenina de Claudia Cardinale nos lleva a otro mito de las películas del Oeste “Hasta que llegó su hora” de Sergio Leone, que remite a un tesón femenino quijotesco de una mujer con la fuerza y aceptación de un pueblo hostil y una justicia inútil ante unos desafiantes molinos de viento.