Unos años después de "La última cruzada" recuerdo haber leído como noticias que se estuvo preparando una posible secuela con la hija de Indy que estaría interpretada por Natalie Portman, y buscando la Atlántida o la lanza de Longinos.
Bien, parece ser que en "El dial del destino" se utiliza la lanza de Longinos como Mcguffin y no hay hija pero sí ahijada interpretada por una pícara Phoebe Walker-Bridge.
La nostalgia es una poderosa razón para ver esta quinta entrega de Jones, y de eso anda sobrada con un Harrison Ford mayor, traumado, bebedor y que en plena carrera espacial parece desligado de la época que le toca vivir, como si la ciencia se mofase de la historia, y la juventud estadounidense le faltase al respeto a la arqueología, resultando intrascendental y aburrida. Hasta aquí todo bien, pero desde mi punto de vista la nostalgia no me ciega.
En esta entrega de Indiana Jones se nota que James Manglod aunque eficaz director, no es Spielberg por mucho que lo intente, y eso se ve en unas persecuciones y acción satisfactorias pero no a la altura del gancho y la fuerza de sus antecesoras, el principio es vibrante pero no épico, las localizaciones son estupendas y la elección del dial del destino de Arquímedes es cuanto menos interesante.
La aparición de Madss Mikelsen como villano nazi es muy acertada sin necesidad de exageraciones ni sobreactuación mediante un malvado solvente y centrado, y la breve participación de nuestro Antonio Banderas es más anecdótica que otra cosa, eso sí la aparición de Karen Allen como Marion carga de emotividad las últimas escenas de la película.
Indiana Jones 5 se coloca a mi juicio en el último lugar de la franquicia con divertidas alusiones a anteriores películas, y sí, por debajo en calidad de " La calavera de cristal", pero eso no es malo, en una saga como esta tan memorable y fantástica.
Indy se va y lo hace de manera modesta, siendo admirado y recordado, pero por debajo de mis altas expectativas, que quizá eran demasiado altas....
-MACHÁCALOS INDIANA JONES-.